Opinión

Los Videojuegos: La Nueva Bella Arte del Siglo XXI

Los Videojuegos: La Nueva Bella Arte del Siglo XXI

Por Eduardo Carmona, Editor en Jefe en RGB 360

Desde que tengo memoria, los videojuegos han sido una parte esencial de mi vida. No solo me han entretenido (y, sí, robado algunas horas de sueño), sino que también han sido una fuente constante de inspiración y una válvula de escape cuando la vida se pone… digamos, intensa. En un mundo donde tanto jóvenes como adultos vivimos bajo una nube de presiones constantes, los videojuegos nos ofrecen ese santuario donde podemos desconectar y, al mismo tiempo, vivir historias profundas y envolventes. Hoy, más que nunca, los videojuegos son mucho más que simple diversión: son obras de arte en movimiento que combinan creatividad, narrativa y emoción, capaces de influir en el entretenimiento global. ¿Y sabes qué? Es hora de que los reconozcamos como una nueva Bella Arte.

Y aquí viene la gran pregunta: ¿por qué los videojuegos deberían ser considerados una nueva Bella Arte?

Para empezar, hablemos del proceso de creación de los videojuegos de alta gama, esas joyas que pueden llevar años (¡sí, años!) en desarrollo. Mientras que una película de gran presupuesto puede estar lista en dos o tres años, los videojuegos de alta gama pueden tardar cinco, seis o más años en llegar a nuestras manos. Títulos como Red Dead Redemption 2 o The Legend of Zelda: Breath of the Wild no nacen de la noche a la mañana. Estos juegos requieren un ejército de programadores, diseñadores, guionistas, artistas gráficos, compositores y hasta actores de voz para construir universos complejos donde cada detalle cuenta. Desde el diseño del paisaje hasta la creación de personajes con emociones profundas, la cantidad de trabajo y atención al detalle que se invierte en estos proyectos es simplemente colosal.

Y cuando hablamos de calidad, los videojuegos a menudo superan incluso a las superproducciones cinematográficas. Mientras que una película puede durar dos o tres horas, los videojuegos de alta gama nos ofrecen experiencias de decenas (e incluso cientos) de horas. Esto no es solo una cuestión de tiempo: es una cuestión de profundidad. En esos 100, 200 o 300 horas de juego, los jugadores no solo ven una historia; la viven. Interactúan con el entorno, influyen en los personajes y determinan el desenlace. Esa interacción convierte a los videojuegos en algo único, algo que el cine, por muy visualmente impresionante que sea, no puede replicar.

Ahora bien, ¿por qué los videojuegos no han sido nombrados una bella arte hasta ahora?

Hay varios factores en juego. Primero, el prejuicio cultural: a menudo se consideran un entretenimiento “infantil” o superficial. Además, la falta de comprensión sobre el medio ha llevado a que muchos no reconozcan su profundidad. Y no olvidemos la interactividad, que algunos críticos argumentan que disminuye la intención artística. A esto se suma la comercialización de la industria, que complica aún más la percepción de los videojuegos como arte genuino.

Sin embargo, es precisamente esa interactividad y el proceso de creación digital lo que los diferencia de las demás bellas artes. Los videojuegos están redefiniendo cómo consumimos entretenimiento y, al mismo tiempo, elevan el estándar en términos de calidad, creatividad y profundidad. Las narrativas de los videojuegos, como las de The Last of Us y The Witcher, no solo han demostrado ser lo suficientemente ricas para sostener producciones audiovisuales; han cambiado la forma en que entendemos el arte narrativo en el siglo XXI.

Entonces, si hablamos de arte, los videojuegos no solo están redefiniendo cómo consumimos entretenimiento, también están elevando el estándar en términos de calidad, creatividad y profundidad. La pregunta ahora es: ¿estamos listos para reconocer a los videojuegos como una nueva Bella Arte? Porque, honestamente, con todo el esfuerzo, talento y tiempo invertidos en ellos, ya es hora de que se les dé el lugar que merecen.

¡Game over para el viejo debate!

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Eduardo Carmona

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