El costo de la canasta alimentaria urbana supera la inflación en septiembre
El precio de los alimentos en las ciudades aumentó un 4.7%, casi un punto porcentual por encima de la inflación general (3.8%), según el INEGI. El encarecimiento de la proteína y el costo de comer fuera impulsan este incremento, que afecta directamente a los indicadores de pobreza extrema.
Canasta alimentaria impulsa la línea de pobreza extrema
El costo de la canasta alimentaria en el ámbito urbano aumentó más que la inflación general durante septiembre pasado, según la información divulgada por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) a través de la actualización de las Líneas de Pobreza.
El reporte del INEGI mostró que, mientras la inflación general en septiembre se aceleró al 3.8% anual, el precio de la canasta alimentaria urbana se incrementó en 4.7%, situándose 0.9 puntos porcentuales por encima del Índice de Precios al Consumidor.
Este incremento es un factor crítico en la medición de la pobreza, ya que el costo de la canasta alimentaria por persona es la base para determinar la “Línea de Pobreza Extrema por Ingresos” en México.
Actualmente, el costo de la canasta alimentaria por persona se ubica en:
- Ámbito Urbano: 2,454.74 pesos.
- Ámbito Rural: 1,850.65 pesos.
Factores de presión: Proteína y comer fuera
El encarecimiento de la canasta alimentaria en las zonas urbanas está siendo impulsado con fuerza por dos componentes principales:
- Proteína: El incremento en el costo de alimentos fuente de proteína.
- Comer Fuera de Casa: El gasto en alimentos consumidos fuera del hogar registró un aumento anual del 7.6%.
En contraste con el ámbito urbano, el costo de la canasta alimentaria en el ámbito rural tuvo un incremento anual de 3.6%, una cifra ligeramente inferior a la inflación general.
Contexto de pobreza en México
El costo de la canasta alimentaria no solo define la Línea de Pobreza Extrema por Ingresos, sino que también es un componente fundamental para la Línea de Pobreza General, la cual incluye gastos en bienes y servicios que no son alimentos.
El aumento del precio de los alimentos por encima de la inflación ejerce una presión directa sobre el poder adquisitivo de los hogares, dificultando el acceso a una dieta adecuada y afectando de manera desproporcionada a las familias con menores ingresos en las ciudades.